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May, 2016

Pensamientos obsesivos: la historia se repite.

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¿Quién no ha tenido alguna vez un pensamiento obsesivo, una idea que se repite, que no se nos va de la cabeza y que no nos deja ni respirar?

Definamos qué son realmente los pensamientos obsesivos: los pensamientos obsesivos son ideas o pensamientos recurrentes que TODOS podemos tener en algún momento de nuestra vida y que, en general, están relacionados con preocupaciones, miedos o con situaciones que nos provocan malestar y sufrimiento. Al ser obsesivos, hacen que sea difícil concentrarse en las tareas o actividades que realizamos habitualmente, cayendo en una especie de «torbellino mental» del que es difícil salir o controlar, provocando un malestar intenso en quien lo padece.

Aunque este tipo de pensamientos obsesivos sea común en la población en general, cuando son recurrentes y causan ansiedad o estrés, es recomendable pedir ayuda profesional.

“Las obsesiones son más recurrente cuando estamos más estresados”

Por eso, es importante que no confundamos el tener ciertos pensamientos recurrentes u obsesivos con padecer una psicopatología más grave, por ejemplo, un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Aunque el punto en común en ambos sea que las personas que lo sufren refieren padecer pensamientos repetidos  que cursan con ansiedad o estrés, e interfieren en la vida cotidiana de la persona que lo sufre.

 Algunos ejemplos y problemas asociados

Existen tantos tipos de ideas obsesivas como personas en el mundo. Cada persona crea sus obsesiones en base a sus preocupaciones o miedos propios. Veamos un ejemplo, como puede ser que un hombre piense que es homosexual (sin serlo) y se haga preguntas constantes como: “¿y si fuese gay?”, “¿y si me gustan los hombres?”. La persona se centra en ese pensamiento que para él es inaceptable, fijándose en cómo se relaciona con otros hombres y cómo se relaciona con el sexo opuesto, y basándose exclusivamente en minimizaciones de hechos o imaginaciones para no salir de su obsesión, como la pescadilla que se muerde la cola.

Otro ejemplo sería el pensamiento obsesivo centrado en comprobar que la persona no está siendo engañada por su pareja. Esto le provoca unos celos terribles, llama por teléfono infinitas veces, revisa o rebusca entre sus cosas o interroga a su pareja cuando llega a casa. Ésto afecta a la relación y es muy probable que se termine rompiendo la pareja.

También hay personas que se centran en conversaciones pasadas, en cómo tendrían que haber reaccionado o haber hablado en determinadas situaciones, pensando en la próxima vez que se repita una conversación similar en cómo actuarán y qué dirán, y que por supuesto, esa futura conversación nunca llegará.

Como hemos mencionada antes, puede haber mucha diversidad de pensamientos como personas existen, pero todos tienen algo en común: cursan con ansiedad o estrés, provocan malestar y afectan en la concentración de las actividades de la vida cotidiana. Recordemos que si estos pensamientos se nos escapan del control, duran mucho en el tiempo y afectan a diversos ámbitos de nuestra vida, pueden derivarse en una patología más grave y debemos recurrir a un profesional.

Pensamientos obsesivos

     ¡Basta ya de pensamientos obsesivos!

A continuación, presentamos unas sencillas estrategias para que puedas afrontar este tipo de pensamientos por ti mismo/a.

– Estrategias para afrontar los pensamientos obsesivos

1. No intentes detenerlos

   Cuando intentas no pensar en algo específico o concreto, piensas aún más en ello. Por ejemplo, si te dicen: “No pienses en un elefante rosa”, acto seguido, piensas en un elefante rosa. Es así, como un acto reflejo. Eso sucede porque el cerebro se esfuerza en recordar lo que no debes pensar y como resultado, piensas en ello aún más. Por lo tanto, como no es posible detenerlos, no esperes poder hacerlo.

2. No te avergüences y acéptalos

   Deja de culparte o de sentir vergüenza por ellos; no pienses  que estás loco/a o que eres raro/a porque no es así. Te sorprenderías con lo que pasa por la cabeza de otras personas. Además, recuerda que son provocados por estrés o ansiedad y la aceptación es crucial para que se desvanezcan de tu cabeza.   Cuando la misma disminuya, los pensamientos obsesivos también lo harán.

Luchar con el blanco de tus pensamientos es como luchar en la arena movediza” (Marcks y Woods).

3. Di “BASTA”

Di «BASTA» cuando te encuentres pensando obsesivamente. Dilo en voz alta, con un volumen suficiente como para oírlo físicamente. Así, interrumpirás el pensamiento obsesivo y evitarás que continúen. Cambia de registro y ponte a hacer otra actividad concentrándote en ella.

4. Escribe sobre ellos

Puede ayudarte el escribir sobre tus pensamientos y sentimientos. Escribir sobre ti, sobre lo que te preocupa. Al ver tus pensamientos delante tuya, podrás encontrarles el sentido o organizarlos para poder dejar de pensar en ellos constantemente.

5. Exponte

¿Qué pasaría si, en vez de tratar de eliminar tu pensamiento obsesivo, por ejemplo sobre muerte, lo identificas y te concentras en él? Aunque al principio esto te resulte paradójico o contradictorio, concentrarse en un pensamiento puede ayudar a que se vaya.

6. Respira, evita el estrés y duerme bien

Puedes ayudarte respirando lentamente y varias veces, cogiendo aire por la nariz, manteniéndolo durante un breve instante y soltándolo por la boca. Hazlo varias veces. Funciona. Así tus pensamientos se alejarán poco a poco y podrás pensar con más claridad.

Recuerda que el estrés hace que los pensamientos repetitivos vuelvan con más fuerza, así que disfruta haciendo lo que más te gusta,  dedícate algo de tiempo a ti. El objetivo es aliviar tu mente y ayudarte a liberar tus pensamientos obsesivos. Puedes tomarte unas mini vacaciones mentales de un minuto buscando alguna cosa que puedas hacer por puro placer durante unos instantes como caminar y observar a la gente, cerrar los ojos o comenzar a planificar las vacaciones que siempre quisiste.

No olvides que dormir bien también es muy importante. Aunque los pensamientos recurrentes a veces pueden interrumpir los patrones de sueño, si te convences a ti mismo de dormir, podrás conseguirlo.

La diferencia está en cómo reaccionamos ante estos pensamientos. Si no les damos importancia, entonces no se convertirán en una obsesión.

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