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Abr, 2016

Personas Pasivo-Agresivas:Cómo se comportan y cómo afecta a su entorno

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   Hace ya un tiempo que quería escribir sobre personas con comportamiento agresivo-pasivo y sus posibles consecuencias en el entorno que los rodea. Conozco un caso cercano de una persona con este tipo de comportamiento y me resulta curioso entender cómo se comportan y cómo hacen sentir a los demás. Pero, ¿en qué consiste tal comportamiento?

   Antes de empezar y para poner en contexto al lector, resumiré brevemente los distintos estilos de comportamiento que nos podemos encontrar:

  1. Estilo asertivo: este tipo de comportamiento es el más adaptativo de todos, puesto que la persona conoce sus propios derechos y respeta los de los demás. Suelen ser racionales, tienen buena autoestima, saben decir no, reaccionar ante un ataque, expresar sus sentimientos, y saben hacer y recibir críticas. Suelen utilizar frases del tipo: “Yo creo, yo pienso…”,Comprendo que tu… pero yo…”, “¿Qué te parece si…?”,Me gustaría que…”
  2. Estilo agresivo: es aquel que intenta conseguir lo que desea sin respetar a los demás, llegando incluso a someter o manipular a la otra persona. Suelen decir frases del tipo: “se hace lo que yo quiero porque es lo correcto”, “siempre tengo razón” o “lo mío es más importante que lo tuyo”. Son personas que siempre intentan salirse con la suya, y si no lo consiguen, adoptan una actitud agresiva. No asumen la responsabilidad de sus actos, haciendo uso de expresiones del tipo: “Por tu culpa…”, y tienden a recurrir al engaño para conseguir sus objetivos. Suelen aprovecharse de aquellos que tienen un estilo de comportamiento más pasivo; se hace más fuerte cuando los que le rodean son más débiles.
  3. Estilo pasivo: la persona pasiva deja de lado sus propios derechos y antepone los de los demás para evitar un conflicto con otra persona; situación que le produce un alto grado de estrés. Este tipo de personas no toman decisiones propias ni suelen expresar su opinión. Al contrario que estilo agresivo, refieren frases del tipo: “Tu opinión es más importante que la mía”, “Tú eres mejor que yo” o “Importa más lo tuyo que lo mío”. Las personas pasivas habitualmente se sienten incomprendidas, manipuladas, con sentimientos de culpa, lo que puede provocar problemas relacionados con baja autoestima, ansiedad, dependencia emocional o depresión.

   Dejemos claro que, en algunos momentos, podemos actuar de una manera más agresiva, más asertiva o más pasiva, pero nos referimos a estilo de comportamiento cuando es algo más estable o habitual en el tiempo, cuando la persona tiene tendencia a comportarse de una manera u otra.

   Una vez hecha esta división y de haber puesto al lector en contexto, analizaremos entonces las características de las personas pasivo-agresivas:

Estilo agresivo-pasivo: Como su mismo nombre indica, haremos dos divisiones para distinguir el comportamiento pasivo del agresivo. Por un lado, apuntando a la parte más pasiva, actúan indirectamente eludiendo su responsabilidad. Refieren frases del tipo: “No puedo acordarme de todo. Sabes lo ocupada que estoy siempre. Por eso me olvidé de recoger tu vestido para la cena de esta noche. Tendrías que habérmelo recordado”. Lo que a simple vista parece una escusa, este tipo de frases son muy recurrentes en estas personas; en realidad se acordó de lo que tenía que hacer, pero por ciertos motivos que sólo ellos saben, no quiso ir a recoger el vestido. Lo curioso es que a pesar de saber la importancia de recogerlo y las consecuencias de no hacerlo, optan por hacerse las víctimas.

   Aunque a menudo utilizan la arrogancia y las amenazas con otros, en realidad se trata de una muestra de inseguridad en sí mismos, que les provoca baja autoestima, elevada necesidad de autoafirmación y gran dependencia del otro, pese a que discuten con frecuencia y desafían a los de su entorno. En otras palabras, si sienten que pueden perder la relación con su pareja o de alguien cercano, les prometen que no volverá a suceder y recurren a todo lo posible para conseguir que les perdonen y no acaben con la relación que los une.

   Por otro lado, relacionándolo con la parte más asociada al estilo agresivo, este tipo de personas entienden que es lo mismo dar su brazo a torcer ante las demandas de otros que la sumisión; son impacientes, con baja tolerancia a la frustración y se alteran con facilidad. Exteriorizan su sufrimiento en vez de analizarlo, provocándose sentimientos de hostilidad, envidia, rencor y resentimiento. Todo esto les provoca rabia e indefensión en partes iguales; es entonces cuando reaccionan de forma colérica a causa de su agresividad contenida al recriminarle de su conducta. Posteriormente, vienen los sentimientos de culpa porque han sido agresivos con las personas de las que dependen, igual que la pescadilla que se muerde la cola. Justo en ese punto, recurren a una conducta de oposición, expresando sus sentimientos agresivos de una manera más disimulada y pasiva. De ahí el nombre pasivo-agresivo. En otras palabras, adoptan una postura entre el amor y el odio, pero como consecuencia, no alcanzarán la felicidad plena en ninguna de sus relaciones interpersonales.

   Este tipo de personas a menudo se vuelven intratables cuando se le pide que haga algo que no les agrada, dando la impresión de que lo hace mal o a desgana, protestando sin motivo o poniendo escusas para no hacerlo. Suelen recurrir al “olvido” para evitar obligaciones (recordemos el ejemplo anterior del vestido) y para sí mismos hacen las cosas mucho mejor de lo que los demás piensan, sintiendo que los demás son injustos y agresivos con ellas. No aceptan las críticas constructivas, suelen poner impedimentos u obstáculos al trabajo de otras personas y critican o desprecian sin motivo. Son como lobos con piel de cordero.

   Una de las cosas que más me llama la atención de este tipo de personas, es que no reconocen la parte de responsabilidad de sus actos, siempre responsabiliza a los demás de todo; inclusive de sus malos actos, dándole la vuelta a la tortilla, quejándose y protestando por todo y acabando con la paciencia de todo el que le rodea. Si a pesar de esto no consigue salirse con la suya pasará a tomar el papel de víctima. Veamos un ejemplo, se trata de una mujer que siempre culpa a sus padres de su mala infancia y de no haber podido estudiar, pese a todas las facilidades que le han dado; culpa a su ex marido de todos sus males y enfermedades médicas, y a sus hijos de su divorcio. Sin embargo, cuando alguno de éstos le reprocha o le dice algo que no quiere oír, recurre a su enfermedad física para no escucharlos, alegando que está muy enferma y pidiendo a sus hijos que la cuiden y hagan los deberes de ella; por cierto, siempre será la persona más enferma del mundo aunque tenga un simple resfriado. También los oirás quejándose de su mala suerte y que toda su vida ha sido un auténtico fracaso, pensando que no vale la pena trabajar por conseguir nada que merezca un esfuerzo.

   Como suelen ser personas pesimistas, esa agresividad que tienen la combinan con bajones de estado de ánimo, lo que provoca una bomba de tensión e inestabilidad emocional insostenible para ellos y para los que están a su alrededor. Esto puede provocar trastornos de depresión y ansiedad, entre los más frecuentes, pero también pueden presentar trastornos relacionados como alcoholismo, drogodependencia, suicidio o enfermedades psicosomáticas entre otras.

   Ya sabemos cómo se comportan este tipo de personas, pero ahora debemos analizar las consecuencias negativas en las personas que les rodea, pero ¿cómo afecta realmente el comportamiento agresivo-pasivo en otras personas?

   Cuando una persona se comporta siempre con un estilo pasivo-agresivo, va a afectar a los que más cerca tiene, como pareja, hijos o padres. En algunos casos también a los amigos, aunque suelen tener un círculo escueto de amistades, ya que estas amistades tienden a alejarse para no aguantar sus comportamientos.

   Si se da el caso de que quien sufre las consecuencias de las personas agresivo-pasivas es la pareja o un familiar directo, suelen presentar síntomas de estrés, ansiedad o depresión, ya que es insoportable la convivencia con estas personas. Refieren frases del tipo: “Me tiene harto, no puedo escucharla más, esto es un sin vivir, estoy quemado…” Además, refieren sentimientos de incomprensión con las personas pasivo-agresivas, puesto que como hemos comentado antes, éstas se quejan y arremeten contra todo.

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