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Sep, 2019

SÍNDROME POSTVACACIONAL: Qué es y cómo superarlo

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¿Qué es el síndrome postvacacional?

   El Síndrome Postvacacional es una sensación de apatía, fatiga, falta de motivación y energía, tristeza, irritabilidad y malestar emocional general. Aparece en algunas personas que se incorporan de nuevo a sus trabajo tras el periodo vacacional. La vuelta al trabajo y todo lo que ello conlleva, prisas, cansancio, atascos, ruidos, rutina, presiones laborales, estrés, se hace especialmente difícil después de las vacaciones. En definitiva, se trata de un problema de adaptación.

 Diversos estudios defienden que en España existe hasta un 41% de trabajadores que sufre el Síndrome Postvacacional cuando terminan sus vacaciones y que cada año aumenta el porcentaje de población tras la vuelta a la rutina.

¿Afecta por igual a todas las personas o hay algún grupo de riesgo?

   Al tratarse de un problema de adaptación, es frecuente que aparezca en trabajadores que disfrutan de largos periodos vacacionales (más de 3 semanas). También en los que tienen menos tolerancia a la frustración ante los cambios, no les gusta su trabajo, se consideran poco valorados por sus superiores, tienen un mal jefe o trabajan en un entorno desagradable o conflictivo.

¿Cómo se manifiesta?

   Los síntomas pueden variar según la persona, pero por lo general el síndrome postvacacional se caracteriza por un cuadro con criterios similares al estrés o la ansiedad:

   Palpitaciones, mareos y sudaciones, angustia, mal humor, falta de motivación o apatía, síntomas depresivos o ansiosos, agresividad, trastornos del sueño, dificultades para pensar o concentrarse, pérdida de memoria, irritabilidad excesiva, falta de energía o fatiga prolongada, debilidad muscular, cansancio y agotamiento, y percepción de no ser capaz de adaptarse de nuevo al entorno laboral.

   En definitiva, la vuelta al trabajo puede convertirse durante un tiempo en un auténtico «calvario» para algunas personas ya que disminuye considerablemente la calidad de vida y el rendimiento de quien lo padece.

¿Consejos para evitarlo?

Para ayudar a combatir la aparición del Síndrome Postvacacional, lo mejor es prevenirlo. Para ello, se pueden seguir estas recomendaciones que hacen más fácil la adaptación:

  • Dividir los días de vacaciones durante todo el verano para no llegar a crear hábitos y facilitar la vuelta a la rutina. Por ejemplo, dividir las vacaciones en quincenas en vez de disfrutar de un mes completo.
  • Reservar unos días al final del periodo vacacional y no regresar de las vacaciones justo el día anterior a la vuelta al trabajo. Esto nos permite prepararnos física y mentalmente para el retorno.
  • Adaptar los horarios de forma progresiva: adelantar la hora de acostarse, levantarse más temprano, hacer las comidas en los horarios habituales, mantener buena alimentación etc.
  • Reanudar actividades extralaborales y hacer ejercicio físico para mantenerse activo durante las vacaciones.

   Para tomarse con calma la vuelta a la rutina y evitar el estrés en el trabajo, una vez que comencemos a trabajar sería recomendable seguir algunas pautas para conseguir un proceso de adaptación adecuado y reducir las posibilidades de aparición del Síndrome Postvacacional:

  • Programar las actividades laborales de forma gradual empezando por las tareas más duras pero evitando grandes cargas.
  • No llevarse trabajo a casa y saber desconectar.
  • No ser procrastinador/a, es decir, no dejar para mañana lo que puedes hacer hoy. (Puedes leer cómo combatir la procrastinación en: https://www.celiagonzalezmarquez.com/procrastinacion-dejar-para-manana-lo-que-puedes-hacer-hoy/
  • Aprovechar los tiempos de descanso para realizar alguna actividad agradable, dedicar tiempo a las relaciones sociales y familiares.
  • Afrontar con actitud positiva la vuelta a la rutina para ayudarnos a combatir la desmotivación que supone terminar las vacaciones.

¿Es necesario acudir a un especialista?

   Por lo general, el Síndrome Postvacacional no suele durar más de 2 o 3 de semanas y pocos casos precisan de ayuda profesional. Aunque va a depender de la intensidad y la persistencia en el tiempo de la sintomatología que la persona presente, pudiendo llegar a presentar cuadros de estrés agudo o sintomatología depresiva y, por tanto, necesitando ayuda psicológica.

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